La ansiedad es una manifestación esencialmente afectiva. Se trata de una vivencia, de un estado subjetivo o de una experiencia interior, la cual podemos calificar de emoción. Es un mecanismo humano de adaptación al medio y ayuda a superar ciertas exigencias de la vida.
La ansiedad normal y proporcionada, no puede ni debe eliminarse, dado que se trata de un mecanismo funcional y adaptativo. Pero algo muy diferente es cuando entra en juego lo que conocemos como 'ansiedad neurótica'. Este tipo se incluye dentro de las enfermedades psíquicas.
La ansiedad afecta simultaneamente a varios niveles de la vida de las personas, manifestándose a través de distintos síntomas:
-Físicos: taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, nauseas, vómitos, alteraciones de la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo...
-Psicológicos: inquietud, agobio, sensación de amenaza y/o peligro, inseguridad, sensación de vacío, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbres, dificultad para tomar decisiones.
-De conducta: estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motora, dificultad para estarse quieto o en reposo.
-Intelectuales o cognitivos: dificultades de atención, concentración y memoria, expectativas negativas, pensamientos distorsionados e inoportunos, susceptibilidad.
-Sociales: irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para iniciar o seguir una conversación, en unos casos, verborrea en otros...
Aprende a reconocer los síntomas para que cuando sientas que se apoderan de ti, puedas respirar de forma tranquila y pausada para calmarte con mayor facilidad y vuelvas a un estado de tranquilidad.