El complejo de Edipo o complejo edípico fue estudiado en 1910 por Sigmung Freud, el padre de psicoanálisis. Su nombre proviene de una antigua obra clásica griega escrita por Sócrates. En ella Edipo, hijo del rey de Tebas, mata a su padre y acaba casándose con su madre, la reina Yocasta.
Freud empleó este clásico para explicar una de las primeras etapas del desarrollo psicosexual del niño, que abarca los primeros años de vida.
Este complejo es un conjunto de emociones y sentimientos que experimenta al niño, caracterizado por la presencia simultanea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia el padre o la madre. Los sentimientos positivos orientados hacia la madre, en el caso de los niños, se expresan con mayores atenciones, con un comportamiento ejemplar, buscando que esté siempre contenta y así compartir más tiempo juntos, casi como una pareja.
Por el contrario, muestra profundos sentimientos negativos hacia el padre, al cual ve como el competidor más directo del cariño de la madre. Estos sentimientos se expresan en forma de enojos y rabietas, sin hacerle caso y con comportamientos de desobediencia, que buscan su enfado.
Durante su creación y posterior estudio, se denominó de diferentes formas, dependiendo de si era niña o niño quien padecía este complejo. Si se daba en niños varones se denominaba Edipo, mientras que para las niñas pasó a denominarse complejo de Electra. Sin embargo, en la actualidad, se suele referir al mismo como complejo de Edipo masculino o femenino.
Esta situación psicoafectiva suele darse en niños que van en edades comprendidas entre los 3 y los 7 años. Aunque se suele dar en este rango de edad, existen estudios con niños de 1 año que han mostrado síntomas de este complejo. La resolución del mismo se produce de manera natural con el paso del tiempo, desapareciendo alrededor de los 6 o 7 años de edad sin mayores consecuencias.