El temperamento tiene una clara influencia genética, pero ello no determina su manera de comportarse. Las actitudes y conductas son aprendidos.
Los niños y niñas aprenden patrones de conducta en función de su entorno social. Inicialmente estos patrones de conducta los toman de los adultos más cercanos y progresivamente de otras personas físicas y simbólicas como otros niños mayores, personajes famosos o de ficción.
Los niños observan e imitan el patrón de conducta de las personas o personajes que tienen en su entorno ante ciertas situaciones. Si el patrón recibe una contingencia tenderá a repetirse y generalizarse.
Muchas de las reacciones de los niños y niñas, sus actitudes, maneras de responder, de demandar, hablar, etc. Son el resultado de una imitación a lo que ven que hacen los adultos. Por lo que debemos prestar mucha atención a cómo nos mostramos ante los niños y niñas, ya que les estaremos transmitiendo formas de actuar, pensar, actitudes, etc.
Así pues, para transmitir patrones de conducta positivos debemos prestar atención a cómo nos comportamos. No es necesario que seamos perfectos, pero sí que seamos personas íntegras capaces de rectificar sus errores. Fíjate en tus reacciones y trata de adaptarlas a cómo te gustaría que reaccionaran los niños y niñas.