Cuando somos padres primerizos, debemos tener en cuenta que el desarrollo de las emociones de nuestros hijos tiene lugar al mismo tiempo, en el mismo momento en el que se desarrolla nuestro rol de padres. No te agobies, en algún momento hemos pasado esa situación en la que nuestro hijo o hija tiene una rabieta, en público o no, y no hemos sabido cómo actuar ante esa situación.
Tampoco queremos engañarte y hablarte sobre una regla mágica, pero si hay una serie de pautas que pueden darte las orientaciones necesarias para ganar confianza y mayor autocontrol. Por ejemplo, si la rabieta se produce por que quieren conseguir algo, y creéis que no es el momento, seguramente la rabia le lleve a responder de forma agresiva. En este momento no debéis responder con la misma agresividad ni enfado. Es mejor hacer ver a nuestro hijo que necesitamos saber cómo se siente, y la manera en la que lo está expresando no es la más adecuada.
Tienes que hacerle ver que entre las dos partes podéis encontrar una solución. Cuando la intensidad de la rabieta disminuya, es el momento de que puedas acercarte y ponerle nombre a esa emoción que está sintiendo, así se podrá ver reconocido y sostenido emocionalmente.
Debemos utilizar un lenguaje claro y sencillo para exponer las razones por las que esa actitud no es la correcta, y siempre que se vuelva a producir debemos ser firmes, llevar las mismas pautas para aumentar la fuerza del mensaje que queremos transmitirle.
También podemos encontrarnos con una positiva. Si han conseguido entender tu mensaje, refuerza con cariño, palabras positivas, abrazos, besos…todo lo que necesite para sentirse orgulloso de sí mismo. En este momento estará entiendo y conseguirá manejar sus enfados futuros.
Queremos demostrar que necesitamos entender sus sentimientos para ayudarles a demostrarlo de forma correcta. Es importante que sepamos transmitir que queremos compartir sus emociones y podamos enseñarles a expresarlas.