El trastorno del pánico está considerado como un trastorno de ansiedad cuya característica principal, en la persona afectada, es la repetición de ataques súbitos de terror en ausencia de estímulos que puedan desencadenar ese miedo.
Las personas que sufren este trastorno, conviven con frecuentes episodios de terror que se acompañan de un fuerte estado de ansiedad denominado ataques de pánico o crisis de ansiedad.
Este trastorno, además de caracterizarse por la ansiedad y los episodios de miedo, suele ir acompañado de otros síntomas físicos como dolor en el pecho, palpitaciones aceleradas del corazón, molestia abdominal, falta de aire, mareos o angustia.
Cuando se presenta dicho trastorno, los sucesivos episodios incontrolados de terror suelen aparecer acompañados de algunos cambios en el comportamiento de la persona, además de una preocupación excesiva y continua por que se produzcan nuevos ataques de ansiedad o pánico. Esto deriva en cambios en el estilo de vida de la persona, que intentará a toda costa evitar situaciones o lugares temidos. Es decir, huirá de los estímulos fóbicos e intentará controlar las reacciones temidas.
En algunos casos, los individuos que sufren este trastorno comienzan a depender en exceso de otras personas y de otros lugares que para ellos son considerados seguros, pudiendo desembocar en agorafobia.
Por lo general, este trastorno comienza en la edad adulta, entre los 18 y 24 años, aunque existen casos diagnosticados en la adolescencia. El trastorno del pánico afecta a ambos sexos, siendo más común en mujeres que en hombres.